miércoles, 5 de septiembre de 2012

Jackson Veyán, el Conde de Romanones y "La cuestión perruna"



Conde de Romanones
A comienzos de 1894 , el entonces recién nombrado alcalde de Madrid, D. Álvaro Figueroa y Torres , primer Conde de Romanones, anunció la aprobación de un nuevo Bando municipal, que levantó mucha polémica entre los ciudadanos madrileños. Así diarios como  el "Epoca" del 26 de marzo de 1894 y "El Siglo Futuro" de 27 de marzo de 1894, publicaron la siguiente advertencia:
" A los dueños de perros
El nuevo alcalde Madrid, señor Conde de Romanones, ha dispuesto que dentro de algunos días se publique un bando, advirtiendo a los propietarios de las diferentes clases de canes que existen, que a partir de los diez días de la publicación de dicho bando, a todo perro que se encuentre en la vía publica sin bozal se le propinará sin contemplación de ningún género, la venéfica ( así en el original) morcilla".
El 7 de abril de 1894, se aprueba el bando municipal que se publica  en el Diario Oficial de Avisos de Madrid  al día siguiente, en el  que se hace saber que autorizada la Alcadía Presidencia para establecer el servicio de recogida de perros , se recuerda a los dueños de perros que tienen la obligación precisa de declarar mediante declaración jurada los que les pertenezcan a fin de matricularlos en el departamento correspondiente del Ayuntamiento  , entregándoselos a los dueños  la correspondiente chapa que se colocará en el collar del perro. Así mismo en el bando se señala que todos los perros deberán de llevar bozal o  ser conducidos por sus dueños  con cadena o cordón ( mastines y perros de presa en todo caso deberán llevar bozal y cadena). Los perros que se encuentre en la vía publica si cumplir estos requisitos o careciendo de medalla será trasladados a un depósito de donde los podría reclamar el dueño previo pago de la correspondiente multa, que ascendía a la cantidad de 10 pesetas si iban sin bozal o cadena y de 20 pesetas si carecían de medalla. A los tres días el perro podría ser enajenado (vendido) sin que pudiese  el dueño reclamar  . Si no eran reclamados o vendidos , a partir de esa fecha  podía los servicios municipales disponer libremente de ellos "procediendo a la asfixia de los mismos" ( a eso se referían con la "venéfica morcilla" ).
Tras la publicación del bando,  en la  prensa se recogen voces a favor y en contra del bando municipal. Destaca el artículo que bajo el titulo LOS SECUESTRADORES MUNICIPALES CUESTIÓN PERRUNA, se publica en el diario "El Día" de 31 de julio de 1894, y que reproduzco ( ¡Que poco cambian las cosas!)

"No hay necesidad de repetir que los laceros  son secuestradores apoyados por los agentes del Ayuntamiento. ...El lacero, que aun siendo funcionario ínfimo no debe prescindir del cumplimiento de las disposiciones vigentes, se burla del bando del alcalde, y fortalecido por la protección de éste, que le rodea de tres o cuatro auxiliares armados, se apodera de la cosa ajena hasta en los mismo portales de las casas, aun arrebatando a veces la presa de manos de criados o sirvientes, sin importarle ¡claro esta! las protestas de los que piden que su propiedad sea respetada.
Eso la sabe bien el publico, impulsado en ocasiones y en las mismas calles a tomar la justicia por su mano castigando las demasías de los laceros, que suelen robar los perros conducidos por mujeres o ....no será extraño al cabo  cuantos tengan perro y quieran sacarlos a la calle después de estudiar el bando del alcalde se provean de garrotes o armas para que no queden impunes y sancionados por la autoridad lo secuestros que a diario se cometen a multitud de personas cuyos dueños cumplen lo dispuesto por el alcalde. La recogida de perros se decreta en todas partes para los callejeros y sin dueño; aquí, para que los laceros roben los pertenecientes lo vecinos....
Pues sucedió que en la mañana de ayer, media hora después del secuestro cometido junto al portal y sobre la acera de la casa donde vive el dueño, que éste se dirigió al Ayuntamiento, donde le dejaron que  a las ocho se abría la oficina correspondiere. A seguida leyó un letrero que casi al pie de las escalera hay dando conocimiento al público de que los interesados pueden preguntar en los negociados de una a tres de la tarde.
Perplejo ante esta contradicción respecto de las horas, interrogó a un guardia, quien mirándole compasivamente le advirtió que en efecto, la hora de oficina era a las ocho de la mañana, pero no la de entrada de los empleados, los cuales llegaban mucho más tarde.
Decidió esperar la persona a quien aludimos, y lo hizo en el mismo patio del Ayuntamiento, donde existe un negociado de ingresos. En la parte exterior había siete guardias, uno leyendo el periódico, los otros fumando y hablando de política y ofreciendo todos ellos un cuadro que ya quisieran para sus obras nuestros autores cómicos de Apolo y Lara .
Ningún oficial, ni siquiera escribiente, se presentó hasta las nueve menos minutos, hora en que estaba casi lleno aquel sitio por interesar a negocios propios y del Ayuntamiento, y delante de cuyas personas un guardia hizo varias operaciones de aseo, como el abrocharse los pantalones o sujetarlos con una correa, lo mismo que si estuviera en su casa y en su cuarto dormitorio.
Y cerca de la taquilla en la que se satisface las multas impuestas o reales infracciones del bando del alcalde, en aquel lugar, tan publico como la calle, había un perro sin medalla, bozal, cadena ni cordón, gozando de las ventajas e inmunidades y privilegios de pertenecer a un empleado de la Villa. Hasta tratándose de perros se hace odioso el Ayuntamiento, por las desigualdades de procedimiento.
Transcurridos tres cuartos de hora desde la oficial de entrada hasta la aparición de un escribiente, el cual, después de recoger el papel de multas ( 10 pesetas) que había de satisfacer el interesado, dijo a éste con mucha cortesía , que si tenia que dar una vuelta podía hacerlo sin inconveniente, porque el despacho del negocio que allí le había llevado no era inmediato. ¡Válgame Dios, cuán grave es y cuán entretenido escribir un volante para que se proceda  a la devolución de un perro!, ¡Que materia y tarea tan ardua éstas de los empleados municipales!. Transcurrió media hora, y llegó el oficial encargado de expedir los volantes, y a fin quedó firmado el que debía presentarse en el depósito para la devolución del perro, que , dicho sea de paso, ofrecía evidentes señales de malos tratamientos.
Si para despachar un asunto como éste hay necesidad de perder hora y media, calcule los lectores que será en los demás casos, y en aquellos, sobre todo, en que haya intereses de importancia ¡Que vergüenza!. 
Caricatura de Jackson Veyan firmada por Cilla



 En esta "cuestión perruna" tomó parte  Jackson Veyán , y no en defensa del bando municipal ni de los dueños , sino de los perros, publicando  los siguientes versos  en la revista "La Gran Vía " de Madrid:




 
 Los hay de malicia llenos
y de condición gruñona,
y los hay nobles y buenos.
El perro es un persona
sobre poco más o menos.
-
Hay perro fino y cortés
que casi ladra en francés,
y que no muerde jamás.
¡Perro que anda a cuatro pies
por modestia nada más!
-
¿Qué rabian de cuando en cuando?...
¿Y eso justifica el bando
más infame que leí?...,
¡Pues si hoy anda por ahí
media humanidad rabiando!
-
La medida criminal
adóptese en general
por la coronada villa,
y al que rabie, sin bozal,
que se le dé la morcilla.
-
¡Cuánto critico incipiente,
que rabiando clava el diente,
y cuánta suegra danesa,
Y cuanto editor de presa
morirían felizmente!
-
¿Qué daño puede hacer
los pobres perros?....Morder.
Pues, cobarde y a traición,
¿Qué hace una falsa mujer?....
¡mordernos el corazón!
-
Hay madre sobre la tierra
que, sin que el llanto la ciegue,
en la Inclusa a un hijo encierra.
¡No hay en el mundo una perra
que de ser madre reniegue!
-
¿Iguales en condición
perros y hombres?....¡Torpe yerro!
¡Retiro mi afirmación,
Y que me perdone el perro
tan mala comparación!
-

¿Llamar instinto al saber?....
¡vergonzosa hipocresía!
¡Yo he llegado a conocer
perro que debiera ser
doctor en filosofía!
-
Un músico de talento
y justa reputación,
que entre mis amigos cuento,
tenia un perro pachón
critico de nacimiento.
-

Si acabada una lectura
Turco el rabo meneaba,
la victoria era segura.
¡Cuando el perro nos ladraba
adiós libro y partitura!
-
Llegó el pobre a adivinar
y, en su misión siempre alerta,
Hubo día que al llamar
no me dejaba pasar
con mi libro de la puerta.
-
Por sublime intuición
del libreto protestaba,
Y, al llegar la ejecución,
El público la gritaba
¡Turco tenia razón!
-
Yo, del buen maestro , apelo
Hoy al testimonio fiel.
su apellido no revelo.
diré que el nombre es Manuel,
Y que es nieto….de su abuelo.
-
Quien de mí llegare a dudar
a él puede preguntar
el perro es más que parece,
Y le debemos tratar
como en justicia merece.
-
Por el destino humillados
con el hombre comparados
son más fieles y más duchos
los perros sabios, son muchos
los hombres sabios contados.
-
¡La fortuna loca es,
y por eso, lector, ves
que  en estos mundos de Dios
hay sabios a cuatro patas
como hay borricos en dos!

José JACKSON VEYAN








  


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