martes, 9 de diciembre de 2008

Las Pascuas


Este puente de la "Constitución" o de la "Inmaculada", los medios de comunicación se han hecho eco como todos los años de lo que nos espera estas Navidades: las compras, los gastos de las comidas y cenas, la lotería... Algunos dicen que son males de la sociedad moderna y consumista, pero en todos los tiempos "han cocido habas". Así nos lo contaba Jackson Veyán hacía 1890 en su libro : "¡Prosa Vil ¡".
"Las Pascuas

Afortunadamente han pasado ya ¡
Son las fiestas más terribles del año
¡Que Dios se lo perdone á los que nos
hicieron la Pascua
creyendo hacernos un
favor¡.
Desde primeros de Diciembre la existencia
es un redoble continuado de tambores
y un concierto de latas infantiles que
al más cuerdo le ponen fuera de juicio.
Desde el 15 en adelante no ve uno más
que pavos por todas partes.
¡Los pavos¡…Pajarracos que andan
mal y vuelan peor. Aves que destrozan
los oídos con su música alemana.
¡Pavo, yo te odio, con trufas y todo¡
¡Buenas se ponene las criadas estos días
de pelar la pava¡
¿Y los besugos?...¿A dónde me dejan
ustedes los besugos?
Sufrir todo el año, congrios literarios y
besugos dramáticos, para caer de lleno en
la noche buena. La noche del besugo tradicional,
que es el pero de los besugos conocidos.
¡Pez indigesto y ordinario, con más escamas
que un presiente del Consejo, y
con más agallas que un Ministro de Marina,
Yo te aborrezco en todos los guisos que te presenten¡
Casi todos los hijos que tengo han venido
por esta época la mundo.
Esta ha sido la primera Nochebueba
que no he tenido nacimiento en casa, y
que no he estado en Belén, auxiliando al
médico y soñando con el ama de cria.
Casi siempre he tenido que comerme el turrón viudo,
porque mi dulce compañera
se ha pasado la Pascua suspirando en
el catre materno.
¡Coincidencia de la vida y natividades que me hacen mirar con horror las
barras de guirlache y las peladillas de Alcoy¡.
Yo no soy político, y me asusta la idea
de comerme yo solo el turrón.
En estos días los niños no van la colegio,
y aquí me tiene ustedes escribiendo
en la despensa, porque los siete chiquillos
han invadido mi despacho y allí están
despandose a su gusto.
Luisito que es un rubio más bonito
que el sol y más malo que la quina, está
encima de la mesa haciendo equilibrios
con un pié en el tintero y el otro en la
salvadera, y Enriquito que empieza a gatear,
se ha metido dentro de un librería
y asoma la cabeza por detrás de los cristales
sentado sobre un Diccionario de la lengua.
Cuado caben las vacaciones,
ya no tendré ni tintero, ni salvadera, ni Diccionario,
ni lengua para lamentarme de la Pascua.
El mes de enero me viene a costar
un dineral en desperfectos, amén de las
veinticinco pesetas de aceite de ricino que se toman
los siete chiquillos, a tres indigestiones por barba.
¿Pues y la lotería de Navidad?
No hay medio de excusarse. Me propuse
no jugar un céntimo, y al fin y al cabo
he jugado con la Dirección General de
Telégrafos, y por compromiso
hasta eh tenido que jugar con las temporeras del Centro,
que hacen el servicios de aparatos.
¿Y para que?...Para nada…¡Para que
no me haya tocado en suerte ni las más
ligera aproximación.
Ya lo sabia yo…¡El jugar con las Direcciones
y con las mujeres no se le ocurre
á nadie más que á mi¡
¡Cincuenta pesetas¡…¡Diez números,
sin que uno solo terminase en siete¡
¡Ese siete me ha desgarrado el corazón¡
¡Y que los sietes de la fortuna no hay
costurera que los zurza¡
Yo desconfío del premio gordo.
para que creyese en él, seria preciso
que me tocase á mi, y perro flaco no llega
á gordo en su vida.
El mes de Diciembre es la ruina de las casas.
¡El pavo¡¡El besugo¡¡El turrón¡¡El nacimiento¡
…¡Los aguinaldos¡…
Estos últimos debían suprimirse de
Real orden.
Cuando subió el nuevo Ministerio y oí
hablar de economías en la Hacienda, cifré
todas mis esperanzas en Gamazo…Ese los suprime,
Me decía yo; pero nada: se
ocupo el Tesoro, del Banco, ó del tesoro del Banco,
sin coma alguna, de las clases pasivas, de las contribuciones…
de todo, menos de esa indirecta contribución del aguinaldo.
El aguador se presentó el día 24 con la cuba
y un soneto que nos recito en gallo
desde el pasillo. El ama de cría, que
es gallega también, con perdón de ustedes,
abrazó á su paisano, sin perdón de nadie,
y yo tuve que abrazar á mi señora,
por no hacer un papel desairado.
El soneto acuático me costó dos pesetas
de gratificación y tres pesetas que se rompieron de
dolor al segundo verso del segundo cuarteto.
No repuesto del susto, se presentó el
cartero con una silva, que es lo único que
me hacía falta, después de los últimos
sucesos del Apolo, en la que venia á decir
que si las cartas se perdían,

Culpa mía no fue: ratero insano
profanó la balija desdichada.

Y a si sucesivamente, para concluir
diciendo que tenia mucha familia, y que estaba
muy mal de ropa interior.
Yo no quise meterme en interioridades,
y le di media pesetas, par él sólo. Un céntimo
por cada carta que he dejado de recibir
este año.
A lo dos minutos, ya aquí entra lo más
negro, se presentó en la puerta de la sala
el carbonero, sin poesía, pero con las
lagrimas en los ojos, contándome que no
ganaba mas que una peseta diaria y manos
Sucias. Que él me pesaba los quintales de cok,
y me robaba menos que á otros parroquianos,
y que me daba la mejor leña
que había en la casa. No teniendo dinero
suelto, le regale dos pastillas de jabón para
que se lavase la cara y le dije que volviese
por otra si no tenia bastante.
El cochero de punto que me sirve, me
encontró en la calle y me dio la tarjeta
correspondiente, añadiendo la palabra:”Ya
sabe usted como tengo el animal, y comó
tengo las ruedas, y cómo tengo el eje…”
-Pues figúrese usted como tendré yo
los huesos- le contesté yo,
y le di dos pesetas falsas que me había
dado en la última vuelta, una noche obscura como
boca de lobo, que volcamos dos veces desde Cibeles
a la Puerta del Sol.
He jurado no volver a ir en coche
hasta que se muera algún amigo,
que sucederá el día menos pensado, y un día es un
día.
La costumbre de los aguinaldos se va
haciendo imposible en Madrid. Yo no he
visto pueblo con peores costumbres.
Ciento cincuenta tarjetas petitorias le
he remitido á mi buen amigo D. Alberto
Aguilera, gobernado de la provincia, ahora
que está tratando de corregir con mano
fuerte el feo vicio de pedir. Este vicio
es más funesto que el del juego y yo creo
que la autoridad debe tomar cartas en el
asunto.
La generosa empresa de un teatro muy
favorecido nos obsequiaba con un pavo á
los autores de la casa. El único aguinaldo
que he recibido en mi vida. Pues Bien: este
año nos han retirado el pavo de favor.
Los empresarios se han imperado en el es-
piritú político de las economías, y han
suprimido el chocolate del loro.
Y hago público este detalle, no sin
ponerme colorado como un pavo.
los aguinaldo son mi pesadilla, y al
llegar la Nochebuena me pongo triste como unas Pascuas.
En estos días cambiamos tarjetas
todos los hombres eminentes en letras y en política,
y ayer, la recibir una de un capitán
general con mando, le dí un duro al
ordenanza.
El pobre soldado me lo devolvió diciendo
que hasta el año que viene no piensan
los generales pedir el aguinaldo."

1 comentario:

macu dijo...

Hay cosas que no cambian....